sábado, 11 de julio de 2009

ALGO SOBRE MI MADRE 25

LEJOS DE LISBOA (Lejos de Lisboa, como una canción portuguesa)

Lejos de Lisboa,

llegaste a la tierra con la misma sangre

que hicieron madurar los copos frutados;

cayeron sobre mi ombligo,

los mordí sin pensar,

con la inocencia abierta y los ojos cerrados.

Y al final, lejos de Lisboa

fuiste el animal que cosió mis alas

Y el refugio placentero donde tejí

el sueño más largo del mundo,

también, el más hermoso.

Y al final, lejos de Lisboa

Me enseñaste a montar en bicicleta

a comer tristezas como se miran amapolas

a vivir en las calles desgranando los refranes

a morir cada día sin miedo a lo que pudiera pasar.

Me hiciste caminar en el presente,

recordando los pasos abuelos,

sin tener un rumbo fijo,

Pero siempre mirando al mar,

Como se mira Lisboa.

Lejos, Lisboa.

ALGO SOBRE MI MADRE 24

Intentar contar algo de lo que es para mí mi madre es pretender atrapar algo de cielo, una pizca de perfume o un suspiro en el viento.
Remontarme en el tiempo buscando recordar mi primer recuerdo atado a su nombre es bucear en lo profundo de mi identidad y mis sueños.
Puedo, en compensación limitarme a enumerar gestos, anécdotas, momentos…pero nada podrá describir la importancia de su huella en lo que doy por llamar “mi vida” con todos sus proyectos.
Ella existe por presencia, por enseñanza y por decreto…porque vamos a aclarar que es fuerte…o lo ha sido, que ya viene decayendo su físico aunque por dentro siga siendo guerrera.
Nunca fue fácil para los abrazos, más bien lo fue para los retos. Sólo ahora, que por mi intervención la vida la ha hecho abuela, ella se ve que ha conseguido dar rienda suelta a los misterios de ser dócil y permitirse hacer gala de sus juegos.
Sí puedo decir que recuerdo, como en breves paréntesis sin cáscara, cuando ella se permitía mostrarme sin pudores y sin medidas, ese amor maternal intenso que dejaba llevarse con caricias, cuando alguna tos, una fiebre, un pequeño resfrío, me hacía sentir vulnerable, aún estando en cama, protegida y resguardada. Ella, en esas circunstancias, compensaba y convertía con su magia, lo que hubiese sido dolor en tierna alegría.
Casi sin palabras, puramente con sus miradas, la indescriptible calidez de sus manos y su alma de madre que me tocaba, todo lo que quizás, por miedo, o no saberlo, no lograba manifestar sin velos cada día.
Ella es y fue así…difícil para las exteriorizaciones emotivas…pero las lleva por dentro. Lo sé y lo he sentido. Y lo sigo sintiendo ahora y sobre todo, a través de su amor de abuela complaciente.
Sé que la vida es inapelable y a todos nos llega alguna vez el último día. Es doloroso. Cuesta aceptarlo…pero no tiene manera de ser cambiado. Tampoco tiene sentido llorar por anticipado, sí en cambio lo tiene festejar cuando hay motivo…y lo tengo, porque está y la he tenido…eso me enriquece cada día.

ALGO SOBRE MI MADRE 23

Durante mi adolescencia pensaba que mi madre era poco menos que mi enemiga, ella me imponía la hora de vuelta a casa (prontísimo para mi gusto), me daba la paga semanal (insuficiente a mi modo de ver), me mandaba ordenar mi cuarto los fines de semana (agotadora tarea), y quería enseñarme a coser y a hacer punto, a lo que yo me negaba, quizá porque durante mi infancia siempre la recuerdo tejiendo, sus dedos se movían a una velocidad sorprendente y antes de que nos diéramos cuenta tenía terminado un jersey nuevo para alguno de nosotros.En aquel entonces no me daba cuenta de todos los valores que poseía como persona, y creo que no me di cuenta de ellos hasta que yo misma fui madre y tuve que enfrentarme a los mismos hechos que ella, ella se preocupó de que estudiáramos todo lo posible y nos enseñó a ser solidarios, a no mirar a nadie por encima del hombro, pero también a no bajar la mirada ante nadie, nos enseño que la amistad es un tesoro y como tal hay que cuidarlo y mimarlo.Mi madre es la persona más generosa que he conocido, la he visto volver a casa, coger un abrigo suyo preparar un bocadillo y un termo de café caliente y salir con todo bajo el brazo para dárselo a una persona que estaba pidiendo y tenía frío, siempre nos dice que hay que repartir con los que tienen menos que nosotros para poder sentirnos bien con nosotros mismos.Gracias a ella, sobre todo, somos como somos, tal vez no podría decir que somos los mejores seres humanos sobre este mundo, pero yo estoy orgullosa de cada miembro de mi familia.

ALGO SOBRE MI MADRE 22

Todo sobre mi madre

Os contaré un secreto muy gordo, pero para eso debéis permanecer en silencio:

Mamá se despierta todas las mañanas antes de que salga el sol.
Corre ufana a sus labores, nos hace la cama, ahueca los cojines y luego se va a trabajar.
Desgasta tanto con ese ir y venir para conseguirnos comida, comodidad!
Siempre está cantando, sobre su naricita afilada el sol se remira.
Cuando al fin regresa, agotada, rellena la despensa y nos da de comer
Rompiendo sus ropas de domingo nos proporcionó las sabanillas para esta cuna de algodones
Cuando se aleja continúa hablándonos con ese sonido argentino, tan especial, como un trino
Nosotros nacimos ciegos, y ella, ante nuestros ruegos se vuelve ciega, ¿Qué es el amor, si no?
Mamá un día nos vistió de domingo, y nos explicó que debíamos levantar el vuelo
Al verme temblar, posó su mano sobre mi espalda y me dio un pequeño empujón
-¿Ves cariño, como tu solito puedes? Sin dejar de mirarme a los ojos ella me enseñó el camino
Cuando sea mayor le construiré una estatua, un poema, le diré te quiero de millones de maneras distintas
porque
Mi mamá me quiere. Mi mamá me mima.


ALGO SOBRE MI MADRE 21

"Mañana moriré"

Me llamo Luis. Mi padre es el rey de Francia y tengo mucho frío. Yo vivía en el palacio de Versalles. Ahora mi casa es esta prisión que se llama Prisión del Temple. Mi madre venía a recogernos por la tarde. Ella nos decía que allí todos éramos pastorcitos, como los que habían acudido al Portal. Nuestro Señor Jesús ha nacido en un pesebre. Una vaca le dió un besito con su larga lengua y su marido el buey vigilaba porque el niño no tuviera moscas cerca. Las ovejas iban muy por delante pues Dios les había dicho que Jesús había nacido. Así es que Dios, se lo dijo a ellas primero y también a sus hijos, los corderos....
Madre, tengo frío.
Yo soy Luis. Ayer me han hecho trabajar. He cargado sacos de carbón. Me dicen que no me he lavado y me han obligado a volver a los retretes. Simón me ve llorar pero no les dice nada. Toso.
Mi madre me dijo que si no pensaba mucho, rezaría. Dios escucha a quien le pide, sobre todo, si es un niño.
Mi madre era la Reina. Tenía unos ojos muy bonitos.
- ¡Tú no eres un niño bueno, eres pérfido como tu padre! ¿Tú te acuerdas de tu padre?
Yo soy Luis. Mi madre me ha dicho que la gente que se muere no se muere. Arriba, entre esas nubes, está ella.

viernes, 10 de julio de 2009

ALGO SOBRE MI MADRE 19

Madre, por aquí anda tu hijo, apretando el alma para que surjan a través de estas palabras los sentimientos que me embargan y creo que esta es la mejor manera para compartirlos contigo.
Ha habido una brecha entre nosotros estos últimos tiempos, apenas pinceladas, tengo fe que iremos logrando comunicarnos profundamente como hubiéramos querido. Como primer punto quiero dejarte en claro que todas las decisiones que pudistes tomar en tu vida sobre mi persona han sido correctas, porqué lo digo?, porque siempre confié en tu intuición, tu honestidad, tu entereza, tu discernimiento y otras muchas cualidades a las que hoy a la distancia te puedo decir fundamentales en la composicion de un ser humano, de hecho nunca sabremos como hubieran sido nuestras vidas si las decisiones hubieran sido otras. Aquí puedo entonces detenerme a darte mi primer agradecimiento. Otro es dilucidar la identidad de mi verdadero padre, insinúo lo difícil que habrá sido guardar este secreto tanto tiempo, aquí no hay reproches. Hay comprensión por esa historia amorosa de aventura adolescente vivida en épocas de golpes militares, clandestinidad y persecuciones, pero sabrás lo indispensable que era esta pieza para seguir armando nuestro puzzle.
Mami, espero que éste tu primer viaje desde tu pueblito natal a otro país y nada menos que a España donde andan nuestras raíces, sea de tu agrado.
Te dejo aquí escondida esta cartita en algún rincón de tu equipaje para comenzar a hilvanar éste, nuestro nuevo reencuentro.


Por aquí te espero a tu vuelta

Tu hijo

ALGO SOBRE MI MADRE 20

Creo que en el fondo siempre quise parecerme a mi madre. Bueno vamos, no sé si parecerme en todo, parecerme a ella en su fortaleza y su espíritu luchador.
Porque mira que hay que ser fuerte para lidiar sola con varios hijos. Criarlos, educarlos, batallar con sus defectos, adivinar sus necesidades, ayudarlos con sus problemas, guiarlos, enfadarse cuando hacía falta y ser su refugio en los momentos duros. Nunca vacilar porque ella era el ejemplo, el sostén, la columna vertebral sobre la que se sostenía la familia. Debe haber sido todo un desafío para ella, cuantas veces habrá pensado “ya está bueno, estoy hasta las narices de estos críos, me largo y no vuelvo …”
No era esa vida la que ella había soñado me parece; desde niña fue muy independiente, estudió, trabajó desde los 18 y viajó bastante. Era muy guapa y muy desenvuelta, una mujer bien plantada. Pretendientes tuvo a montones pero el destino quiso que eligiera al menos indicado. Y no porque no fuera un buen hombre, sino porque eran demasiado opuestos y eso no ayudó a que el matrimonio prosperara. Cuando llegó el final, ella se quedó con los niños y se hizo a la idea de que en adelante haría de madre y de padre, menuda faena. Y aunque tuvo sus más y sus menos no lo hizo tan mal.
¿Madre eres tú? ¿Me estás leyendo? Apuesto a que no te esperabas esto, ¿eh? ¿Has visto en qué concepto te tiene tu hija? Si, si, la misma que te dice a menudo que eres una pesada (¡que lo eres, jo!), la que te ha puesto cara a cara con la furia tantas veces…
¡Te admiro a ver si te enteras! ¡Anda, no pongas esa cara! ¡Que lo digo en serio, mujer! … Madre … ¡Madre! … ¡Joder, se ha desmayado!

ALGO SOBRE MI MADRE 16

Memoria en la memoria

Madre, tú eres mar, tus aguas son mis aguas. Me abrazas en el río de la vida, donde siempre seré tu bebé eterno. Afluente, vástago, semilla diminuta que defiendes contra las tormentas. Silencioso regato para mis pasos tranquilos.
Tierra firme, isla, remanso de paz que me acomoda. En tus infinitas manos caben todas las caricias. Y sueño, dulce sueño, dulce y blando sueño que siempre me cobija. Mis risas son tus risas. Memoria en la memoria en la memoria.
En tu cielo apacible me acomodo, ante el crepitar del fuego en el invierno. Madre, a nada temo si en tu mirada nívea veo mis ojos. Siento el soplo de una brisa cercana. Tus recuerdos, mis recuerdos. Gracias por regalarme el tiempo.

ALGO SOBRE MI MADRE 17

LA MADRE DE MI MADRE
Mucho tiempo atrás, siendo yo sólo una niña, mi madre solía enviarme al pueblo a pasar el largo verano. Por aquel entonces, mi abuela me obligaba cada tarde a hacer la siesta; tenía que tumbarme junto a ella, en el gran camastro de la habitación del fondo, envuelta en aquella penumbra bochornosa y en el tic-tac del siniestro reloj del salón que se colaba bajo las rendijas de la portezuela grisácea de madera. Ella se echaba boca arriba sobre la vieja colcha descolorida, y con voz pausada y susurrante me decía: “Cuando la yaya muera, tú tendrás que entrar en esta habitación, hija, y cerrarme los ojos así…” -emulaba el gesto lentamente sobre mis propios párpados-. “…y después, tendrás que ponerme los brazos así…” -y con los ojos cerrados, colocaba sus rollizos brazos sobre el pecho, en forma de cruz. Después, sin más, se quedaba dormida. Yo permanecía desvelada e inmóvil, a su lado, escuchando atentamente el ronco sonido de su respiración, a veces entrecortada, temiendo que en cualquier momento se detuviera para siempre, que los brazos se le quedaran tiesos, a ambos lados del cuerpo, y que sus ojos turbios se le abrieran, de pronto, desmesuradamente.
Cuando me hice un poco mayor, me negué en redondo a pasar las vacaciones de verano en el pueblo. Mi madre nunca supo el por qué, pero algunos años más tarde, cuando la abuela murió, ambas permanecimos sentadas en la cocina, rígidas, mirándonos fijamente y comprendiéndonos en silencio; ninguna de las dos se atrevió a entrar en la habitación del fondo, en la que el cuerpo de mi abuela yacía sobre la cama, esperando a que alguna de nosotras cerrara aquellos ojos abiertos, sin duda, como platos, y le colocara los brazos sobre el pecho inerte, para formar una cruz.

ALGO SOBRE MI MADRE 18

Algo sobre mi madre
Sentada en la puerta de su casa, deshoja sin prisa el verano mientras se abren surcos de sol en la tierra de los geranios. Es julio, este julio que respira calima y jazmines a partes iguales, proporción con reminiscencias árabes que tan bien se amasan en la memoria de sus noventa y dos años.
Aún firmes, sus pasos comienzan al alba, -ella duerme poco- será que quiere exprimir la vida despierta, sazonar de canela los días, dejarse las penas en la molienda, y lucir sus arrugas de pan nuevo para calmar nuestra hambre.
Se prepara el café en la mañana, el gazpacho al medio día y los dulces en la merienda. (A veces pienso que el delantal atado a su cintura anciana, está hecho de retales de luna, de tan blanco)
Borda flores en los manteles de sus nietas, canturrea mientras barre la calle antes de colocar su silla de enea, como una invitación al descanso, a la tertulia, al consejo, a las confidencias….
Presumida todavía, (herencia que me dona a mí, en vida) se pinta los labios, coloca unos jazmines en el pelo, los zapatos nuevos, los zarcillos de fiesta y el abanico… la casa y la sonrisa de par en par, las manos llenas…
Tiene un baúl lleno de defectos, -dice- alguna manía, alguna queja, alguna lágrima y el vacío amargo que dejó mi padre cuando se fue…
Tiene, por eso, guardadas, algunas recomendaciones para la muerte.
Sólo le preocupan dos enemigos condicionales: La soledad y el invierno.
A poco que pueda… seré yo quien pueble su soledad de ahora en adelante. Pero los inviernos… me faltarán bolsillos dónde guardar las lluvias, me faltarán veletas en los dedos para parar los vientos, me faltaran rescoldos para calentarle el alma…
No sé yo…. Si podré pagarle de algún modo que me diera la vida.

ALGO SOBRE MI MADRE 15

TODO SOBRE MI MADRE

Estoy un poco atontada por la medicación.Por ahí oigo que alguien dice: "Está fuera de ambiente".Me preguntan como me llamo, qué día es hoy, mi edad.El médico indica poner en mi ficha clínica: se encuentra confusa.Siento un olor intenso, como si estuviera en un hospital,pero no es así, estoy jugando a la pelota con mis primos,subiendo a los árboles, trepando a lo más alto, para ver cómo se ve la gente pequeña desde aquí....Mi mamá me riñe:
"niña, pero será posible?a ver si te bajas de una vez que puedes hacerte daño.Mira tus rodillas, tu pelo, tu cara sucia!!!No en vano me decían que no iría tu nombre contigocuando te bauticé Blanca Concepción!!!!"
De un brazo me arrastran a mi habitación, me molesta el rosado de sus paredes,las barbies inmaculadas con sus cabellos rubiosy su falso amor por ese Kent mentiroso,
que seguro es gay.

Quedo en penitencia, sin cena y sin primos,que son la mar de divertidos.Me anuncian la visita de Amparito, la hija de Mónica,la señora perfumada amiga de mi mamá,que me humilla con solo mirarme a través de sus ojosque son la misma inquisición.Duermo.... deliro.....caigo en un pozo.... vuelo en un precipicio.Y de pronto, de a poco alguien me va trayendo al mundo....un llanto, el olor a la ternura, un bebé!!!
Me abraza mi marido detrás de ese barbijo verde y espantoso.Me dice que me ama y yo le digo que también.
Cuando recobro la conciencia atino a murmurar algo:es hermosa nuestra hija....Díselo a mamá,es niña, rosadita y dulce, dile que pensé en ella,no bien abrí los ojos, y que le elija un nombre...quizá esta vez acierte más en su elección.

ALGO SOBRE MI MADRE 14

ALGO SOBRE MI MADRE
Os podria contar tantas y tantas cosas..., pero solo os diré que mi madre era la persona más "roja" y más atea que he conocido en mi vida. Lo que no entiendo es cómo se enamoró de mi padre que era justo todo lo contrario, era "azul " y creyente. Ella de izquierdas, él de derechas. Así he salido yo. Viviendo desde pequeña en medio de tantas contradicciones...
Pero no era roja y atea por casualidad; no, tuvo sus razones.
Mi madre tenía solo 8 años cuando empezó la guerra de Franco, esa maldita guerra fratricida que le robó su infancia feliz, sus clases en el colegio, hasta su lengua materna y le enseñó el horror de las bombas, a correr para esconderse en el refugio cuando las sirenas avisaban de que iban a bombardear, el sufrimiento de sus padres ante la impotencia de tantas muertes injustas, tanta hambre y tanto dolor.
Vivía en la zona roja y rodeada de ideas contrarias al régimen, parte de su familia se tuvo que exiliar cuando terminó la guerra, para no ser encarcelados o peor todavía, asesinados.
Cuando yo era una niña pequeña, a mi madre aún se le erizaba el vello de los brazos cuando oía el ruido del motor de un avión, y nos abrazaba a mis hermanos y a mí, como queriéndonos proteger de las bombas, que aun sin existir, seguían asustándola. La guerra había terminado veinte años atrás, pero el miedo la tenía atrapada.
Después de la guerra, la guardia civil no permitía que se hablase en otra lengua que no fuese el castellano, ni en la calle, ni en los colegios, y tuvo que aprenderlo a la carrera por miedo a las represalias. Solo en la intimidad del hogar, con su familia, pudo seguir hablando el valenciano.
También me contó muchas historias de los curas, en las que éstos no salían muy bien parados, y desde luego ella nunca volvió a creer en la palabra de esos hombres con sotana, que predicaban el bien y el amor al prójimo pero se ponían al lado de los vencedores, y miraban a otro lado cuando asesinaban impunemente a los vencidos.
Fue una mujer valiente, se guardó sus traumas de la guerra en el desván de su alma y no nos educó en el rencor. Al contrario, era muy alegre, guasona, a todo le sacaba punta, contaba chistes, mil anécdotas que entonces yo escuchaba con resignación, y ahora resulta que hago lo mismo. Decidió pasar página y ser feliz, y hacernos felices a todos los que estábamos a su alrededor, en vez de lamentar toda su vida cosas que ya pertenecían al pasado y que ella no podía cambiar.
Se fue al cielo hace casi dos años y me dejó el modelo de cómo ser una mujer especial, admirable y luchadora. Cada día que pasa, valoro más su ejemplo y sus enseñanzas.

ALGO SOBRE MI MADRE 12

A mi madre
Se pasea por el filo de su vida, mira al frente pero no atisba lo que fue y en lo que se ha convertido. A su izquierda se extiende su pasado, a su derecha su presente. Por la edad que tiene no se permite pensar en el futuro…
¿Dónde está tu soledad? Quizás anide en tus quimeras, te daba miedo llegar a vieja y estar sola, por eso me duele tu mirada perdida y es que este tramo de vía está demasiado empinado. Aun así sigues luchando y vas despacito…, pero vas
Quisiera llevar tu carga; ver con tus ojos, sentir con tu corazón . Así podría entenderte mejor, ayudarte, arrullar los veleros de tus sueños; esos que se cumplieron y los que quedaron sin cumplir.
Tus ojos lloran lágrimas de silencio; es un lloro sordo, sin consuelo, sin saber por qué…, y te enojas contigo misma. Yo quisiera regalarte un rayito de sol y con él devolverte las caricias que tú me diste.
Pintarte una sonrisa como tú bordaste con hilos de risas mi infancia; necesito peinar tus canas como tu mecías mis rizos al son de tus abrazos, que de puro tiernos que eran me acariciaban hasta el corazón. Naciste con la capacidad intacta de amar, de dar sin pedir; esas son tus armas, amar y dar de una manera increíble sin esperar nada… Y yo…, yo aprendo de ti cada día y al mirarte siento que mi niñez no está olvidada y deseo vivir para seguir alimentado el fuego de tu cariño. Sé que si este permanece encendido yo sabré encontrar, si un día me pierdo, el camino de regreso a mi nido.
Derribaste barreras y murallas, tendiste tus manos, fuiste la luz que me ceñía en mis noches impávidas devolviéndome las estrellas, sembraste con trinos el camino azul de mis sueños y cuando estuve lejos estos me ayudaron a sostenerme.
Te miro, madre.
Y me duele ver lo injusta que es la vida, que convierte a nuestros mayores en un cheque a fin de mes, en un número de la seguridad social, un… Para mi eres un ser hermoso, lleno de luz, que me abriga con dulzura.
Siempre estaré contigo en este juego de llegar a viejo y no estar solo.
Velaré tus ilusiones, creencias y sentimientos; no dejare que se conviertan en cenizas. Te susurraré tu música preferida, para que cada día sea una ola que nos traiga la esencia pura de la vida. Porque, madre, quiero ver brillar en tus ojos la brisa.
No voy a dejar que el invierno congele tu mirada; siempre estaré yo para dibujar en tus ojos la esperanza
Gracias por enseñarme tantas cosas.
Gracias por darle sentido a mi vida

ALGO SOBRE MI MADRE 13

Los zapatos de tacón de mi madre
Desde muy niña me fascinaban los zapatos de tacón. No tuve hermanas y el único referente de la moda femenina era mi madre. En su armario guardaba varios pares de zapatos. Los había de terciopelo negro con el tacón gordo y puntera abierta; eran muy elegantes; mi madre los reservaba para las veladas serias y los funerales. Para las bodas solía ponerse unas sandalias de piel blancas con tacón de aguja que llevaban incrustadas unos diamantitos; no sé cómo podía tenerse de pie con ellas. Pero los que más me gustaban eran los de charol rojo con lunares blancos y un lazo en el empeine. Cuando mis padres salían, yo me encerraba en su alcoba y soñaba… “yo era la cenicienta a punto de transformarse para el príncipe”. El armario era la carroza que me conduciría a palacio.
Alineaba los zapatos por pares y me los iba probando – los rellenaba por detrás con calcetines para que se ajustaran a mis pies–; sacaba del baúl mi vestido de primera comunión que era de tul y encaje y me lo ponía encima de un can-can con mucho vuelo. Pasaba una y otra vez ante el espejo encaramada en aquellas altas torres y… me sentía una verdadera princesa. De vez en cuando golpeaba con una varita aquellos zapatos para ver si se volvían de cristal.
El chasquido metálico de la llave en la cerradura de la puerta me convertían de nuevo en cenicienta.

ALGO SOBRE MI MADRE 11

LA FANTASÍA

Un día de Navidad regresamos a casa después de la visita anual al circo, un grato ritual familiar que siempre tenía lugar el 25 de Diciembre. Eran las doce de la noche cuando el tranvía se paró en una plaza céntrica. Entre el cansancio y la desacostumbrada nocturnidad –yo apenas tenía seis años– me pareció pura magia que de pronto sonara música.
–Mami, ¿qué es?
–El guardián de la plaza que siempre toca la trompeta a las 12 de la noche.
–Quiero pasar por la plaza todas las noches a las 12.
Ni me contestaron… Mi hermana mayor y mis padres se miraron con las cejas levantadas, y el tranvía arrancó.
En casa, mi madre nos puso algo de comer, porque excitadas y nerviosas no habíamos cenado antes de ir al circo. Se sentó con nosotras a la mesa.
–Y ¿qué? ¿Cuál de las actuaciones les gustó más?
–Los acróbatas en el trapecio, –dijo mi hermana– cómo volaban entre las luces.
Yo no opinaba igual:
–Los caballos blancos… son tan bonitos… parecen unicornios.
De pensar que no volvería a verlos hasta las navidades siguientes, se me saltaron las lágrimas, y entre sollozos expliqué por qué estaba tan triste.
Más tarde, acostadas ya en nuestras camas marineras, soñé despierta con aquellos caballos de nieve y escarcha, formando figuras al trote, al galope, juntándose y parándose en seco. Mi hermana parecía dormir; pero cuando escuchamos música, las dos nos incorporamos, sorprendidas y hasta con un poco de susto.
Hubo ruidos en el pasillo; la música, un alegre vals, aumentó de volumen. Lentamente se abrió la puerta: marcando el paso con fuertes pisadas entró una figura vestida de blanco, una diadema brillante sobre la cabeza, bailando y girando como los caballos del circo. Hasta intentó relinchar aunque no le saliera muy bien. Detrás de ella, mi padre se partía de risa iluminando como pudo con una linterna de mano los largos calzones suyos y la camiseta de invierno que llevaba puestos mamá. Tres, cuatro veces pasó ese caballo fantástico por delante de nuestra cama; luego se paró y saludó, y aplaudimos. Entre besos y abrazos mamá nos prometió que nunca encontraríamos cerrada la puerta de la fantasía. No comprendí entonces lo que quiso decir, pero entretanto ya he tenido tiempo para entenderlo.

ALGO SOBRE MI MADRE 10

EL TREN

El tren, tenía prevista su llegada a las 21 horas, salió de madrugada, el recorrido por campos de trigo y encinares es lento.
Amparo, regresaba como en otras tantas ocasiones, sentada en un banco de madera, cargada de bolsas y paquetes, en tal cantidad, que parecía imposible que ella sola hubiera podido subirlas y redistribuirlas por los anaqueles desnudos de aquel incómodo vagón de tercera.

Trabajaba en La Fabrica de Vidrio y adquiría lotes de piezas defectuosas, que una vez empaquetadas, llevaba a sus familiares del pueblo, con los que intercambiaba el atractivo cristal por lentejas, piezas de tocino y huevos de las gallinas de su primo Santiago.

Amparo, tenía una extraordinaria capacidad para el sacrificio y el esfuerzo que le obligaba a viajar en difíciles condiciones varias veces al año, pero también era poseedora de una gran sensibilidad para las relaciones personales, lo que hacia que la consideración, el respeto y el cariño que toda esa gente le tenía, superase lo normal en unas relaciones que evidentemente eran algo mas que un necesario y simple intercambio mercantil.

Apetecía acercarse a ella, irradiaba paz y seguridad, desconocía el lenguaje de los gritos y frecuentaba el de la tolerancia y el cariño, fue independiente, maduró pronto (cosas de la guerra, supongo) y compartió sus osadías con nosotros, que tanto nos hizo libres.

Amparo murió una mañana de Junio, su cuerpo le cobró intereses por una intensa, esforzada y emocionante vida, o quizás es que a Dios se le jubilaron los sabios que habitualmente le acompañan aportándole el ánimo y la luz necesaria y ha resuelto reclamarla a su compañía.

Su ultima mirada, que no la fue sólo para mí, sino para todos aquellos a los que quería, fue una mirada seductora y cómplice.
A través de sus ojos, era su vida la que se asomaba al exterior, inundando de luz todo lo que era a partir de Ella, asumiendo un pasado apasionante, desdramatizando un presente irreversible y guiñándole un ojo a un futuro ansiado.

Lo que quedó de esa mirada fueron, entre otras muchas cosas: alegrías y tristezas compartidas, esfuerzos gratificantes, felicidad por el deber cumplido y gratitud por ir al encuentro del que sin querer, le robó media vida con su prematura ausencia.

ALGO SOBRE MI MADRE 08

Mi madre, mi pobre madre.
Voy a verte, y en tu silla de ruedas, me sonríes, te alegras de verme.
Y te miro, y pienso...¿Que fue de esa sonrisa de dientes blancos, igualados.?
¿De esos labios bien perfilados, de amplia y franca sonrisa?
¿De ese pelo ensortijado, que te cortabas tu misma y peinabas con tanta gracia?
¿De ese cuerpo, que cuando tenía cinco años, yo miraba desnudo, a hurtadillas, con una admiración infinita?
Me parecía el de una diosa...
¿De esa voz tan entonada, que gustaba cantar por la casa?
¿Donde está tu eterno novio, al que adoraste y con quien viviste tantos años?
Te miro las manos, de piel tan fina, que se transparentasn las venas azuladas... Finas, suaves, como si jamás hubieras tocado nada.
Nunca fuiste una gran conversadora, pero ahora no hay conversación.
Es un monólogo, un repaso de todas tus dolencias, de las pastillas que te tomas, de las veces que NO vas al baño.
Te cuento mis cosas, pero no me atiendes...
Pero nos miramos, muy dentro de cada una, con la mirada sostenida y sonreímos.
Busco algo, que no encuentro dentro de tu mirada, mientras te aprieto la mano.
Tengo un nudo en el estómago. Me pasa siempre que voy a verte.
Miras el reloj y me dices ... ¿Ya me van a dar la merienda?
Te doy un beso en los labios, y me voy.
Lágrimas corren por mis mejillas.
Vuelvo la cabeza, y ya te llevan a merendar.....
Hasta otro día, mamá.

ALGO SOBRE MI MADRE 09

Su madre había muerto cuando apenas contaba con cinco años. Y el recuerdo que de ella tenía se le estaba yendo por entre los días de su niñez a la adolescencia como el humo que de la pipa de su padre salía por la ventana de la tienda de discos. Así que cuando era preguntado en el colegio por el nombre de su madre por compañeros desmedidos en las preguntas y malignos como sólo lo puede ser la niñez cuando quiere ser mala a sabiendas, él lo que hacía era agachar la cabeza y silenciar las palabras y esconderse en la soledad de cualquier rincón al que accedía a la carrera. Sus compañeros de colegio, sabiendo ya el resultado de la pregunta, solían gritar a pleno pulmón aquello de "no tiene mamá, no tiene mamá el niño de la música". Y lo hacían al compás de la canción de aquel verano.
Su padre al verlo llegar a casa solía preguntarle que qué tal en el cole. Callaba. Se iba a su habitación y comenzaba a pensar en su mamá. Solía hablarle en voz alta. Su padre estaba acostumbrado a escuchar las palabras que cruzaban hijo y madre. Y no le quedaba otra que ponerse a llorar en gemidos personales y silencios. Él, entonces, hablaba con su esposa fallecida pidiéndole ayuda. Por supuesto, nunca recibía respuesta.
Con el pasar de los años, ya metido en la adolescencia, metido casi siempre entre música de vinilo y una guitarra que se había comprado, un día llamó aterrado a su padre.
-¿Cómo era mamá, padre?
-¿Por qué me lo preguntas, Javier?
-Es que no recuerdo su rostro, padre...
-Pero las fotos de la tienda... míralas, Javier...
-Hace mucho que no las miro, padre... quería conservar a mamá en la memoria y... ¡ya no me acuerdo de ella!
-Pues corre a mirarla, hijo, corre, por favor...
-¿Y si al verla no la reconozco, padre?

ALGO SOBRE MI MADRE 07

Un vago recuerdo.

Ella era un pezón tibio, un pecho que yo agarraba, pellizcándolo, cerrando los ojos, mamando como un desesperado, a veces, hasta atragantarme.
Después un hipo, tras recibir tres golpecitos en la espalda, con la cabeza apoyada en su hombro; colina suave. Ella pasaba la palma de su mano por mi cabello; una pelusilla muy oscura y fina…ahora lo sé.

¡El zumbido de un mosquito! un susto entre el dormir que era mi vida, cuatro pucheros. Y luego, mis piernecitas levantadas y ese fregoteo con una esponja templada entre mis nalgas y mi sexo tiesito minúsculo, ridículo. No era raro que me meara de gusto; un chorrito y, ella, riéndose, me besaba los pies que le parecían juguetes, ahora lo sé.
Olía al espliego recolectado en el jardín.

Ella era unos ojos azules, yo me quedaba aturdido mirándolos porque los confundía con el cielo, y su sonrisa tenía labios carnosos con los que me besaba los mofletes ¡Qué daño en las encías! Me las frotaba con un bálsamo egipcio…ahora lo sé, mis ojos son azules.

Ahora sé que me cantaba para ahuyentar el estallido del trueno, la luz cegadora del rayo, a lo lejos; me aterrorizaban.

Después, súbitamente, vinieron otros pezones, amargos, extraños, metidos en mi boca con apremio, para, enseguida, dejarme en el cuna, extasiado por la figurita de marfil de Cuba, bailoteando al amor de la brisa. Yo agitaba el sonajero, hasta quedarme dormido, chupándome el pulgar, de angustia, de miedo, de dolor por los dientes que se empeñaban en salirme a trompicones.

Lo sé, ahora, la añoraba a ella, entonces no lo entendía.

Después fue verla en los cumpleaños, por deferencia de mi padre que fruncía el ceño cuando ella entraba en el jardín. Siempre era verano, nací bajo el símbolo cinco; Leo.
El olor a lavanda la precedía, yo la besaba y, tímido, miraba sus pezones bajo el lino, ¡cómo ansié volver a tenerlos en mi boca…aquella leche agridulce, néctar! Y aquellos hombros de seda, los acariciaba recostando mi morena cabeza, a los diez años, como antaño.
La perdí para siempre tres años después, en un invierno frío, hasta nevó.

“Que la tierra te sea leve, descansa, mamá”

ALGO SOBRE MI MADRE 05


Mi madre es gallega, de oficio modista y tiene 57 primaveras. Dice cosas como: Discovery Chan, helicotero, eletro, nuevecientos, etc… sin contar que escribe yave, arina, vueno. Muy poco fue al colegio, pues en su época de colegiala le tocaba asistir por las noches a clases, y en el día trabajaba en el campo y cuidaba vacas.

Poco le gustaba esa vida y decidió con 11 años irse a Madrid a una casa de familia a trabajar. Con 16 se marchó a Venezuela con los que trabajaba en busca de nuevas oportunidades. Allí, conoció a mi padre y con 17 años se embarcó en el matrimonio durante 31 años. Con apenas 20, tuvo a mi hermana mayor y a los 21 a la segunda. Luego de 8 años llegué yo y 8 años más tarde mi hermana menor. Después de 17 años volvió a España de visita y conoció hermanos que sólo sabía de ellos por carta.

Muy poco nos ha contado sobre la primera parte de su vida, sé no quiere recordar tristezas. A pesar de la poca educación que recibió y lo poco que estuvo con sus padres, ha formado cuatro maravillosas mujeres y sé, que todas estamos muy agradecidas y orgullosas de que nos hayan puesto en sus manos.

Me da igual si escribe con todos los errores ortográficos del mundo y a veces diga cosas de un modo distinto, pero siempre nos replica cuando le regañamos: “para eso las mande a ustedes a la universidad, para que no fueran como yo”. Pero ya te digo madre linda, como me gustaría ser aunque fuera una cuarta parte como tú y tener la mitad de tu valentía.

ALGO SOBRE MI MADRE 06

Es difícil que una hija defina objetivamente a su madre, sin que se caiga en el sentimentalismo; pero yo lo intentaré. Rasgos serenos y dulces, manos cariñosas, dispuestas siempre a acariciar tiernamente mi cara, sin que sean necesarias las palabras para comprender lo que me quiere. Me dio la vida y de niña siempre me cuidaba cuando estaba enferma. En esos instantes sentía la imperiosa necesidad de ser mimada y disponer de su compañía. Adora el perfeccionismo y el orden, aunque por desgracia yo no lo he heredado, y es precisamente ahí donde chocamos, yo intentando tener mi libertad, ella obstinada en convencerme y llevarme a su terreno. Lo único que consiguió es que hiciera una buena caligrafía, para enseñarle a sus amistades la letra tan bonita que realizaba su hija. Como se decía antes, mi madre me tomaba la lección, y procuraba que no pronunciara una palabra antes que otra, sino exactamente lo que ponía en el texto, y si no lo hacía así, me reñía, y aunque yo le comentara: - Mama da igual- A ella no le entraba que no recitara las mismas palabras que se encontraban escritas en aquel libro.
En estos momentos no se encuentra en su mejor momento, soy yo tiene quien ha de cuidarla, y esto hace que me acuerde de todos eso buenos ratos que hemos pasado juntas, y el amor que existe entre las dos, perdura y perdurará por encima de todas las pesadumbres y sinsabores que nos deparará la vida.

ALGO SOBRE MI MADRE 04

Aquella tarde, había decidido castigarnos, por tanto estábamos llorando sentados en la escalera, cada uno teníamos un llanto distinto, mi hermano era de resignación, mi hermana de cólera y yo de incomprensión. Como podríamos entender un castigo cuando no había delito.
Así pasamos el verano, por las mañanas intentando ser todo lo bueno que pueden ser unos chiquillos y ajustarnos a las normas variantes de nuestra querida madre, por las tardes salíamos a jugar a la calle de tierra recién regada por las vecinas, cada una regaba su puerta, así conseguían que la calle estuviera fresquita para sentarse por las tardes.
Pero a veces como esta tarde, no saldríamos a jugar, "ella" había decidido castigarnos, por no se sabe qué habíamos hecho. Yo creo que le gustaba escucharnos llorar. Bueno, ahora es una anciana y me la imagino llorando porque algunos de sus hijos no van a verla y se va a morir sin verlos. Como hacer comprender a una persona que la mayor desgracia no es morir sin ver a tus seres "queridos", sino vivir sin participar de sus vidas.
Ahora en las tardes de verano, me acuerdo y me siento en mi terraza a leer, y veo a mis hijos deambular por la casa con total tranquilidad, y se acercan a mí para contarme sus planes para la tarde, y no para pedir permiso o conformidad, solo para charla con su madre de sus planes o consultarme mi opinión. Querida madre, te has perdido la vida en tu atormentada existencia, que importancia tiene el morir, si has vivido plenamente, y que importancia tiene el morir, como en tu caso cuando te has negado la felicidad.

domingo, 5 de julio de 2009

ALGO SOBRE MI MADRE 02

Mi madre, la viejecita gordita con ojos negros brillantes y mirada transparente como agua de manantiales. Esa la de cabellos blanquecinos desteñido por los años, con la carita sonriente que le gano a la tristeza; la que cuando habla emana miel con su suave voz y es así como endulza mi corazón. Cuando pasas por su lado destila aroma a azahares por esa piel cansina ya curtida por la vida.
Esa señora bajita, que con destreza camino la vida, la que hoy ya no camina, pero adquirió mucha experiencia, la de pensamientos sabios y buenos consejos vertidos, que con sus conocimientos y su experiencia de vida, intento alejar el mal del camino de sus hijos.
La que consiente y malcría a los hijos de sus hijos, cocinándoles sus preferencias, e inventándoles historias. Esa que ruega a Dios, encomendándole su prole: “Señor líbralos del mal y de caer en tentaciones”, y si a alguno algo le aqueja, ella se desespera por mitigar su dolor. Entonces su mirada diáfana, se oscurece bajo las sombras de ojeras, y sólo la recupera cuando ya paso el dolor, y puede mirar con gozo y complacida a los frutos de su amor.

ALGO SOBRE MI MADRE 03

¡Ay, mama!


Ahora que no me escucha, hablaré de ella. Y lo primero que se acerca de mis pensamientos es el aroma de Henno de Pravia . Somos como hermanas, no como amigas sino lo primero; empezando por las trifulcas por los zapatos; ¿tanto cuesta pedir las cosas? Menos mal que se gasta unas tallas mas que el resto de mi armario, ¡y que no se acerque a mi cajón de braguitas y tangas! Ya lo dice ella: no se como puedes llevar eso metido en… el bolso. Ahora hablamos de bolsos ¿eh?. También es un problema, a la hora de partir, ella impaciente espera cerca de la puerta y yo como siempre buscando mis cosas a última hora.

-¡Mama! ¿has visto mi bolso?

-Si supieras dónde metes las cosas…

-¡Pero si lo deje en la entrada!

-¿Y ese es sitio para dejar un bolso?

-¡Mama! ¿qué llevas colgando del brazo?

Ella sonríe, como si tuviera gracia.

Por último, mi madre y yo hemos hecho un intercambio de papeles. Y mientras yo estoy leyendo un libro en el sofá, ella enganchada, platica con sus colegas del Messenger, cigarrillo en mano y mira que se lo digo:

-El tabaco te va a matar, a ti y a mi…

-De verdad, hay que ver quien era la que me decía que no descansaba bien a medio día sentada frente al ordenador.

Y asi son las cosas con mi madre, aunque a veces se cambien los papeles.

Y que mas puedo pedir si es la primera persona que conocí al nacer… Hay un dicho que no exactamente es como lo voy a relatar, solo un pelín cambiado:
Si cada uno llevara a su madre a vender a la plaza del mercado, cada uno volvería a casa con la suya…

ALGO SOBRE MI MADRE 01

La encontré una tarde de verano en una caja de madera lacada entre antiguas fotos familiares. Una postal de Capri dirigida a “la chica con los ojos como los lagos de Italia”. A los trece años ya empezaba a pensar en el sexo opuesto y esas palabras me parecieron uno de los piropos más bonitos.
El remitente no podía ser mi padre. Sin contar la isla de Cabrera donde hizo el servicio militar, nunca salió de la península. Deduje que la chica era mi madre y mi abuela me lo confirmó más tarde. La tarjeta la envió un pretendiente que tuvo siendo joven. Tal vez, demasiado.
Era un chico con mucha cultura, tocaba el piano, viajaba… Comparaba los ojos de mi madre a unos lagos cuya belleza desconocí hasta que tuve Internet. Grandes como el océano y de un azul tan intenso como su mirada.
Al descubrir ese admirador tan distinto al hombre que escogió para casarse años más tarde, me pregunté qué historia sería la suya si no le hubiera rechazado. A ella le gustaba el teatro, ¿sería hoy una actriz reconocida de haberse unido a él? Eran otros tiempos y entre la gente del campo, un hombre con tan buenas maneras y manos sin durezas, se consideraba flojo y poco varonil. ¡Qué pena!
Hasta el momento no he sido capaz de encontrar entre los recuerdos de mi familia ninguna foto de aquel misterioso enamorado, pero intuyo que era guapo.
Tal vez de haberle escogido su vida habría sido menos difícil. O no… quién lo sabe. Siempre será un enigma.