domingo, 5 de julio de 2009

ALGO SOBRE MI MADRE 01

La encontré una tarde de verano en una caja de madera lacada entre antiguas fotos familiares. Una postal de Capri dirigida a “la chica con los ojos como los lagos de Italia”. A los trece años ya empezaba a pensar en el sexo opuesto y esas palabras me parecieron uno de los piropos más bonitos.
El remitente no podía ser mi padre. Sin contar la isla de Cabrera donde hizo el servicio militar, nunca salió de la península. Deduje que la chica era mi madre y mi abuela me lo confirmó más tarde. La tarjeta la envió un pretendiente que tuvo siendo joven. Tal vez, demasiado.
Era un chico con mucha cultura, tocaba el piano, viajaba… Comparaba los ojos de mi madre a unos lagos cuya belleza desconocí hasta que tuve Internet. Grandes como el océano y de un azul tan intenso como su mirada.
Al descubrir ese admirador tan distinto al hombre que escogió para casarse años más tarde, me pregunté qué historia sería la suya si no le hubiera rechazado. A ella le gustaba el teatro, ¿sería hoy una actriz reconocida de haberse unido a él? Eran otros tiempos y entre la gente del campo, un hombre con tan buenas maneras y manos sin durezas, se consideraba flojo y poco varonil. ¡Qué pena!
Hasta el momento no he sido capaz de encontrar entre los recuerdos de mi familia ninguna foto de aquel misterioso enamorado, pero intuyo que era guapo.
Tal vez de haberle escogido su vida habría sido menos difícil. O no… quién lo sabe. Siempre será un enigma.